Con el fin del “mes patrio” en Guatemala, el color naranja, amarillo y negro empiezan a cobrar mas fuerza. El otoño se hace sonar con cada crujir de las hojas de los arboles que ahora adornan los suelos y me encanta inhalar profundamente esos primeros vientos fríos que indican que oficialmente, nos estamos acercando a fin de año. Un poco melodramática o poética… sea como sea, lo que significa el otoño para mi es que se acerca halloween.
Y, FUN FACT: ODIO HALLOWEEN.
No tengo nada en contra del ritual de pedir dulces y las fiestas de disfraces, pero llegue a la realización que la lista de películas de horror toma posesion del algoritmo de Netflix y por mas que quisiera poder ver una pinche película de miedo sin ser influenciada físicamente, no puedo. No quiero! No lo disfruto.
Aprendí hace mucho tiempo que la mente es la herramienta mas poderosa a nuestra disposición y, paralelamente, es la mas maleable. Va a creer lo nosotros le presentemos. En este caso particular, el ver las películas de miedo pone a mi cuerpo en estado de alerta.
“Pues claro… ese es el punto”
Mi realidad es diferente a la de los demás. De eso estoy segura. Pero el denominador común es el siguiente: si yo empiezo a ver películas de horror donde los personajes están siendo perseguidos por el hombre con el hacha/fantasma/cuchillo/(insertar weapon of choice), yo me meto en el rollo. Mi mente se involucra y entonces mi cuerpo físico se pone en estado de alerta. En fight/flight response. Los latidos del corazón aumentan notablemente, a veces me sudan las manos y hay momentos donde me tapo los oídos porque esto es una experiencia multi sensorial.
He decidido darle un descanso a mi cuerpo físico del estrés. De los momentos, lugares, personas, películas o conversaciones donde ya no me siento segura. Donde me siento invadida por las manos sudadas, taquicardia y estado de híper vigilancia, me siento distraída, mi cuerpo se siente rígido y hay una sensación de urgencia. Y, hago la aclaración, esto lo hace el cuerpo para PROTEGERME de la mejor forma que puede. Todo lo antes descrito es exactamente un cuerpo en modo de sobrevivencia.
Y escojo cerrar el ciclo. Para regresar a mi cuerpo físico al estado de conexión o relajación, escojo auto regularme con ciertas practicas:
– Camino descalza en grama
– Mano en corazón y abdomen por 1 minuto
– Hornear o cocinar: me relaja. Mi presencia es inevitable y debo estar enfocada al 100% para llevar a cabo los procedimientos.
– Jugar con un perro o gato: la nobleza de los animales me permite conectar con ellos más fácilmente.
– Actividades multisensoriales de relajación y placer: masajes, baño en tina o tomar una taza de chocolate caliente mientras leo.
Nuestros cuerpos son sabios y perfectos. Funcionan a nuestro favor siempre y nos protegerán cuando sientan el peligro cerca. Y nuestra mente es la conspiradora mas resiliente a nuestro alcance. Ella nos regresará al estado optimo del sistema nervioso, conexión y presencia. Así que entre Comedia y risas o Terror y pánico extremo… escojo la primera. Entre películas de Disney o Hollywood… me voy con Disney. Me voy con quien mi sistema nervioso este en paz.